jueves, 29 de mayo de 2008

Barrotes que no se ven

Simplemente no escuchamos lo que nos dicen, oímos, como cualquier ser humano o ser vivo de éste planeta. Cómo que no escuchamos? Qué dice éste pibe? Quién sos para decir que todos estamos sordos?... no, no, no, no... no dije que están sordos, miren lo que están leyendo, no vean, como cualquier ser humano o ser vivo de éste planeta...
Éstas son las diferencias que nos permiten pensar, o repetir... éstas son las diferencias que demuestran con quién podemos discutir ciertos temas, o a quién debemos integrar, para no ser tan permeable.
Si bien la verdad nunca es cierta, sino relativa, tenemos en nuestras manos, todo por hacer y no por esperar. El simple hecho de ponernos de pie todos los días, es una acción que no debemos abandonar, pero que no alcanza.

Tampoco alcanza con ir a trabajar, después de tomar el colectivo, tren, subte, para terminar en la fábrica, oficina o en el puerto, levantando mercadería de los barcos.
No alcanza con casarse, tener hijos, formar una familia, llamar a los amigos, hacer negocios, cuidar a los nuestros.
Simplemente todo esto no alcanza, aunque creamos que sí y nos sintamos contentos por ello.
No alcanza con hablar de algo y no dar el ejemplo, tampoco alcanza dar un consejo de esas palabras que un amigo quiere escuchar para dejarlo contento, o ser duro, usando palabras horribles que lastiman aún más al ser querido...

Entonces qué es lo que alcanza... la verdad, casi nada, pero lo más próximo es pensar y actuar para los demás, y ése “demás” no se prolonga solo a nuestro entorno, o a nuestro país, o nuestro mundo, simplemente se prolonga, y mientras más se prolongue mejor aún.
Para empezar debemos hacer todo lo contrario que el sistema actual (que se apoderó de nosotros) hizo, hace y seguirá haciendo... algunos ejemplos; debemos matar la indiferencia, escuchar, mirar, prestar, dar, hacer, no sentirnos especiales por sobre los demás; éste punto es fundamental y dá lugar al individualismo si no lo desterramos.
Individualismo, todo empieza por ésta palabra, el egoísmo, el narcisismo, el amor propio y el odio por algunas personas.

No es casual, que ésta época, que algunos la denominan, como la “era de la comunicación”, estemos mas incomunicados que nunca, como en una cárcel pero sin barrotes visibles, con largos pasillos que cuesta llegar mucho más que antes al diálogo con otra persona. Son esas máscaras que de apoco se fueron metiendo en nuestras vidas, las que no nos dejan mirar a los ojos de la gente que camina a nuestro lado; grandes anteojos de sol (también se usan de noche) que tapan ¾ cuartos del rostro son los preferidos por los más jóvenes, peinados con cabellos planchados que permiten escapar de la mirada directa de los demás ocultándose debajo.
Claro algunos podrían denominarlo simplemente como moda, pero ésta alienación , en donde son todos semejantes, iguales unos a otros, con ropas de colores, medias oscuras y chalecos muy llamativos, permiten escapar al individuo de una manera diferente, se pierden, desaparecen de la vista del otro, siguiendo la moda. Hay que aclarar que esto es manipulado desde los mass-medias y avalado por éste sistema.

Pero la tecnología es la que hace aun más fuerte la ruptura del laso entre individuos, no es casual que, en un mundo donde todo aumenta, absolutamente todo, la tecnología para la comunicación sea uno de los sectores más económicos. Desde 2002 en adelante, por lo menos en nuestro país, se hizo mucho más accesible ése sector en nuestra sociedad; estar constantemente en estado de alerta esperando un simple llamado telefónico, o un mensaje de texto, nos hace dependientes de nuestro nuevo juguete de 200, 300, 400 ó 500 pesos. Esa dependencia nos obliga a no prestar la misma atención a los bellos lugares que nos rodean en el transcurso del viaje hacia nuestro trabajo, a no involucrarnos en la realidad de otro individuo que viaja a nuestro lado.
Si todo esto fuera poco, la aparición de los conocidos Ipod´s (que reemplazan los Walkman) cierran de manera casi perfecta, el circulo de aislamiento del individuo; qué otra idea mejor se nos puede ocurrir para separar totalmente a una persona de todo lo que la rodea enchufando horas y horas de música en sus oídos?
Parece mentira, pero nos dejamos gobernar tan fácilmente, adquirimos todo lo que consideramos indispensable para hacer nuestra vida más feliz y olvidarnos de que el mundo existe, por lo menos durante unas horas, nos convertimos en autistas modernos y útiles muy útiles a los que buscan la NO participación del individuo, la no solidaridad de éste en otras palabras el aislamiento total de vínculos que traerá mayor rentabilidad y menos dolores de cabeza al sistema.
Martín Suárez

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